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viernes, 11 de mayo de 2018

La rara neurosis mundialista del Uruguay

Por Matraquito91

Uruguay se encuentra a un mes de jugar su tercer mundial seguido y eso tiene a la mayoría de sus habitantes vueltos locos. De hecho, los psicólogos en esa nación sudamericana están muy preocupados. Cuando a la selección le va bien, los pacientes se sienten bien, ganan deseos y pierden ansiedad, e incluso son alcanzados por ciertas epifanías o toman el valor para decidir cosas que tenían postergadas por diferentes motivos.

Pero, sobre todo, lucen y se sienten mejor, mejor con su tierra, mejor con su esposa, con su jefe y lo más importante consigo mismos. Sin embargo, cuando se trata de la Selección, hay adolescentes que, por vez primera, no recuerdan haber intentado llenar un álbum Panini sin figuritas de la Celeste.

Y es que para los nacidos en los años ochenta, la historia –todavía la actual– siempre recurre al traumático recuerdo de la década del noventa, al canibalismo institucional de la Asociación Uruguaya de Fútbol de aquellos tiempos, los problemas con contratistas, los despidos de técnicos, las insubordinaciones de los jugadores y las campañas mediáticas repletas de errores.

Entonces, apareció el gusto amargo de «disfrutar» un Mundial teniendo que inventar razones para apoyar a otros equipos, aunque no fueran ni del propio Uruguay.

Pero existen más cosas raras que vienen con las neurosis individuales de una población uruguaya cada vez más amplia y colectiva, la cual espera lo mejor y también lo peor. Pero aguarda por algo. Y de eso se trata, precisamente, la neurosis: un extraño culto personal que lleva a buscar, y hallar, todo el rato señales de una posible desgracia.

Ahora, ¿qué sucede cuando ese mismo miedo se hace parte del sentir y el estilo de vida de un país entero? Quizá Uruguay se siente más cómodo siendo aquel país del que no se espera nada, o manteniéndose pisando la arena de lo trágico, donde siempre supo rebelarse frente a su destino, pero nunca supo escribirlo.

De hecho, existe una frase popular que reza: «Eres tan perdedor que ni siquiera te das cuenta», y que le viene como anillo al dedo a Uruguay, esta isla nostálgica y atea en un océano de países cristianos; uno de los países con mayor cifra de psicólogos por persona, pero a la vez históricamente ubicado entre los primeros lugares de suicidios en la región; protagonista de hazañas futbolísticas como pocos, pero se enfrenta a la posibilidad de ganar de manera mineral, sin dientes apretados, ni televisores encendidos.

Solo es cuestión de ver cuán presos son de sus propios mitos y de los demás.