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martes, 26 de junio de 2018

Ohaguro: la tradición japonesa de ennegrecerse los dientes

Por Jacky

En todo el mundo existen regiones para las cuales los cánones de belleza son muy diferentes a los que estamos acostumbrados: desde marcas en la piel para asemejar animales y obtener su fuerza, pasando por los curiosos anillos para alargar el cuello (padaung o mujeres cuellos de jirafa) o los llamados pies de loto o pies vendados en China.

El concepto de belleza es subjetivo, tanto así que una tradición normal para los japoneses no lo es tanto para otros. Nos referimos específicamente al ohaguro, una antigua tradición nipona que duró desde el siglo X hasta finales del siglo XIX. Esta también se aplicaba en el sudeste de China y el sudeste asiático, aunque con menos popularidad que en Japón. El ohaguro fue perdiendo popularidad durante la Era Meiji, por la apertura del país a la influencia de las costumbres occidentales.

Aunque las razones del origen de esta práctica no están claras, se ha propuesto el cuidado dental, pues prevenía el deterioro de los dientes al servir como un sellador dental; además, los objetos con un color negro profundo se consideraban de gran belleza. Otra de las suposiciones es la diferenciación entre humanos y demonios, pues estos últimos se representaban con grandes colmillos blancos. En ese mismo sentido, otra de las influencias pudiera provenir del budismo, bajo la creencia de que los dientes blancos muestran el lado animal de las personas y, tiñéndolos guardábamos esa veta salvaje, haciéndonos civilizados. Además, está el hecho de que los dientes son la única parte visible del esqueleto, elemento que los vincula con la muerte convirtiéndolos en tabú. También está la preferencia nipona y de otras culturas orientales de ocultar la demostración pública de sentimientos.

La preparación utilizada para teñir los dientes implica oxidar limaduras de hierro en té o sake, hasta volver negro el líquido, este hace que los dientes se vuelvan negros, pero para mantenerlos así, se debe hacer una vez al día o cada 2 días. Además del ennegrecimiento de los dientes se usaba el rostro completamente blanco. Muchos creen que es esto lo que causó la popularidad del teñido, pues un rostro blanco resaltaba el amarillo de los dientes.

En los primeros siglos esta práctica estuvo relacionada con la aristocracia, fundamentalmente entre las mujeres. Posteriormente, entre los siglos XVII y XIX se extendió a otras clases sociales. Lo usaban las mujeres casadas, aquellas no casadas que habían pasado los 18 años, las trabajadoras sexuales y las geishas, constituyendo, por lo tanto, un signo de que la mujer había alcanzado la madurez sexual.

Fue perdiendo popularidad a finales del siglo XIX y se prohibió para los hombres en el año 1870. Luego, en 1873, la Emperatriz Shoken decidió aparecer en público con los dientes blancos, lo que marcó el final de la tradición, aunque todavía pueden encontrarse ejemplos entre las geishas.

En otros países como Vietnam o Tailandia fue común la práctica del ennegrecimiento de los dientes, aunque en ocasiones era más bien un color rojo oscuro que se obtenía mediante otro tipo de preparaciones.

En épocas más modernas se ve el ennegrecimiento de los dientes en grupos minoritarios del Sudeste Asiático y fundamentalmente entre mujeres mayores, aunque la práctica existe aún entre algunas jóvenes. También se podían utilizar dientes artificiales para obtener dientes negros aunque es común que fuera de Japón el resultado se obtenga al masticar nuez de betel continuamente, lo que da un tono rojo oscuro en lugar de negro, así como masticar toda clase de plantas recogidas principalmente en la selva.

En la actualidad, es muy raro encontrar a una chica japonesa que siga la costumbre y es mejor visto que los dientes sean blancos.