Las estadísticas de la violencia son preocupantes
En el 2014, cuando era candidato presidencial, Tabaré Vázquez aseguró que la lucha contra la violencia sería un tema prioritario de su gobierno y se comprometió a bajar las rapiñas un 30% en cinco años y a descender a 30% la reincidencia de reclusos. Desde que se hizo cargo de la presidencia, el equipo del Ministerio del Interior estuvo abocado a cumplir esta meta anunciada por Vázquez.
El 28 de junio de 2017, el ministro de Interior Eduardo Bonomi informaba que las rapiñas en Uruguay habían descendido un 11 % durante los primeros seis meses de este año respecto del mismo periodo de 2016.
Añadió que entre diciembre del 2018 y marzo del 2019 la proyección era reducir esta modalidad de delito en 24 %. En diciembre de 2017, el Ministerio del Interior reiteró su compromiso de bajar 30% rapiñas e informó que desde la instalación de las cámaras de seguridad en Ciudad Vieja en 2013 las rapiñas bajaron un 73% y los hurtos un 80%.
Vuelta a la moneda
Esta tendencia a la baja que estaba logrando el Ministerio del Interior chocó con la realidad de 2018, en la que se experimentó un aumento de delitos importantes, como los homicidios. Expertos consideran que las estadísticas del primer semestre de 2018 (que se darán en cuestión de semanas) deben marcar un récord en materia de delitos en el Uruguay. Así lo anticipó Fernando Gil Díaz, director de Unicom (Unidad de Comunicación del Ministerio del Interior), en una columna en su blog El Rincón del Perro Gil.
Para él, Uruguay se apronta a reconocer, con datos objetivos, una de sus peores estadísticas de delitos desde que se lleva registro. Distante de las cifras bajas con las que cerró los años 2016 y 2017, este 2018 marcará un triste récord en materia de violencia. Una combinación de varios factores llevaron a esta realidad de la que quedará prueba inequívoca para entenderla e intentar buscar una solución que la revierta.
Gil también asegura que los niveles de violencia están concentrados en aspectos donde sólo un cambio cultural puede intervenir eficazmente, algo que los mismos registros lo dejan claro.
Agregó que decisiones judiciales que asignan custodias (en casos de violencia doméstica principalmente), están fuerza efectiva al patrullaje y desarman la respuesta policial planificada. A tal punto que un importante contingente de policías son desafectados -junto a móviles policiales- del patrullaje y desvían a los equipos PADO de su función original. Las consecuencias son nefastas: menor respuesta operativa de las Unidades de Respuesta Policial en todo el país (con la mayor concentración en Montevideo y Canelones), señala.
Otro aspecto que explica esta suba es que los policías tienen nuevas tecnologías que mejoran los registros policiales. Y es cierto, con la incorporación de tablets se mejora el registro de los eventos policiales en una cifra que ronda el 40% de los registros, en procura de bajar la cifra de no denuncia con el correspondiente incremento de las estadísticas.
De los datos crudos se aprecia que el mayor incremento de los homicidios por ejemplo (el delito más violento) se produce por conflicto entre criminales, entre personas que se conocen o en el seno familiar donde campea la violencia de género.
De ahí que Gil anticipa que vendrán las críticas a la gestión de un ministro, y llegarán a un presidente que lo sostiene, pero ninguna crítica explicará ni intentará explicar la razón de esa violenta escalada que nos mantiene en terapia intensiva sin síntomas de mejoría, por ahora.
Se necesita un acuerdo nacional
Será imperioso un gran acuerdo nacional que renueve el pacto social que nos compromete a vivir en colectivo y que promueva acciones que bajen los niveles de intolerancia que vivimos, padecemos y hasta protagonizamos a diario. Ese es un trabajo que supera la labor policial y por ende de la cartera asignada a la seguridad interna, asegura Gil en su comentario.
Lo que si es necesario e imperioso frenar este proceso. Habrá que decirle basta a tanta violencia.