Lo más importante para mi pequeñín
Mantener a tu pequeño cerca ayuda a reconocer las señales que indican que está listo para amamantar. Va a comer cuando tenga hambre y eso puede variar dependiendo el día. Si respondes a sus señales, estarás en el camino correcto para lograr una lactancia exitosa. La leche materna en cada toma es como ir a un restaurante: comienzas con una bebida, luego una entrada, después el plato fuerte y finalmente el postre. La consistencia de la leche cambia del inicio al final de la toma e incluso durante el día porque se va adecuando a las necesidades de tu bebé. Sin embargo, la calidad de la leche en toda la toma es la misma, ya que contiene todos los nutrientes que tu guagua necesita en esta etapa de su vida.
Con nuestro bebé, no sabemos exactamente a qué hora tendrá hambre o sed y creemos que por ser tan pequeño no lo dirá y hay que hacerlo por él. Nada más alejado de la realidad. Los primeros días debe estar al pecho mínimo 8-12 veces en 24 horas. Es constante porque su estómago es muy chiquitito, aproximadamente del tamaño de una guinda al nacer a la semana del tamaño de un durazno y el primer mes del tamaño de un huevo. Ahora, que ya sabes su tamaño te será más fácil entender porque se llena tan rápido, se vacía de igual modo.
Después de que haya terminado la primera toma, tal vez la segunda no la tome si quedó satisfecho, sin embargo, siempre se recomienda ofrecer el segundo pecho. Es importante dejar que él se suelte solo y no pensar que ya ha estado «suficientes» minutos amamantando. Determinar de manera arbitraria un mínimo de tiempo para completar una toma puede poner en riesgo la cantidad que tu bebé necesita en ese momento.
A partir del nacimiento de tu bebé y al iniciarse la producción de leche también notarás que esta es distinta en los primeros siete días. El primer tipo de leche que produces se llama calostro. Es rica en nutrientes y energía, y es lo único que tu chiquitito necesita los primeros días de su vida. Es de consistencia espesa y densa, de color amarillo que se produce en pequeñas cantidades. Y con el tamaño tan pequeño del estómago de tu bebé es comprensible que así sea. Entre el segundo y cuarto día comenzarás a producir más leche y empezará a cambiar hasta que se convierta en la leche madura. Seguramente notarás esta transformación porque tus pechos crecerán y quizá hasta escurra la leche de tus pezones con tan solo escuchar el llanto de un hijo. Esto ocurre porque tu cuerpo produce un exceso de leche y dejará de hacerlo hasta que sepa cuánto es lo que tu bebé necesita.
Tal vez unas veces las tomas sean más rápidas que otras; puede variar durante el día o la noche. Por eso es importante observar su comportamiento durante la toma para estar segura de que está satisfecho. Poco a poco te sentirás más confiada y sabrás que su guatita ya está más que llena. Hay mamás que han notado que su bebé se ve tan relajado como un «curadito». En muchas ocasiones tu pequeño se quedará dormido y esto es normal. Si crees que lo ha hecho demasiado rápido, puedes rozar ligeramente su mejilla para que continúe succionando, y si se vuelve a quedar dormido, recuerda que no hay mejor lugar para dormir que en los brazos de mamá.
Es difícil saber cuánta leche ha consumido cuando se da directamente del pecho, por lo que debes observar la cantidad de pañales que cambias en 24 horas. Los primeros dos días serán entre 2 y 3 pañales de pipí y la primera caquita llamada meconio, que es negra y pegajosa. A partir del tercer día, los de pipí aumentan y habrá de 3 a 6 pañales de caquita de «buen» tamaño, de color amarillo mostaza y de consistencia como huevo revuelto. Las heces de una guagua que toma leche materna no tienen un olor intenso y es más bien un aroma dulce.
La composición de la leche que produces suele cambiar del inicio al final de la toma se dice que hasta durante el día porque se va adecuando a las necesidades de tu bebé. Pero lo más importantes es que la calidad de la leche en toda la toma es la misma, ya que contiene todos los nutrientes que tu bebe necesita en esta etapa de su vida.