A los padres primerizos hay que entenderlos
Todas las mamás primerizas, lógicamente, son inexpertas dado que comienzan a transitar una nueva etapa llena de novedades, dudas y preguntas que a veces las colma de temor e incertidumbre. Asimismo, en varias ocasiones comenten algunos errores típicos de su flamante condición de madres que, si bien no son graves, es bueno tenerlos en cuenta para disfrutar de una maternidad mucho más relajada. Por ejemplo, una vez en casa luego de volver de la clínica, cuidar a un bebé que llora, tiene hambre y que hay cambiar constante mente no es una situación idílica, y mucho menos cuando la madre acaba de dar a luz y aún está cansada y dolorida por el parto. Por ende, aquí se encuentra el primer error: creer que la maternidad es perfecta, sumado al segundo que consiste en suponer que podrá hacer todo sola.
En este sentido, para comenzar, se sugiere relajarse y seguir el instinto maternal para responder a las demandas del bebé y estar dispuesta a pedir ayuda para las tareas domésticas a alguien de confianza: pareja, madre, alguna amiga o niñera.
A continuación, presentamos los errores más comunes que las mamás primerizas suelen cometer y que deberían evitar para disfrutar de su bebé con mayor naturalidad: esterilizar todo. Si bien es necesario higienizar los objetos del bebé no es bueno obsesionarse con ello. La clave es que sus juguetes y utensilios se encuentren limpios pero el bebé debe entrar en contacto con un número determinado de bacterias que le permitirán desarrollar sus propias defensas (pero no las suficientes como para que le provoquen una infección).
Demasiado abrigo. Los recién nacidos tienden a enfriarse, pero si se los abriga demasiado sudan mucho. Por ejemplo, si la temperatura de la casa ronda los 20-22º el niño puede estar ligeramente vestido con un body y un enterito que le cubra los pies. Para detectar si tiene frío basta con comprobar si sus manos y pies están fríos. Ahora si suda por la parte del cuello y la cabeza es que tiene calor y habrá que quitarle algo de ropa.
Silencio absoluto. Llegado su primer mes y medio los patrones de sueño del bebé empiezan a relacionar los ciclos de luz-oscuridad y el pequeño está más predispuesto a dormir más tiempo por la noche. Por eso debe percibir la luz del sol y habituarse a los ruidos cotidianos de la casa durante las siestas para saber cuándo es de día. Además, si el silencio es absoluto, cuando el niño duerme cualquier ruido lo sobresaltará. Por ende, frenar las actividades del resto de la familia durante el sueño del bebé no es bueno ni para el niño ni los padres.
Bañarlo todos los días. Los pediatras aseguran que bañar a los bebés dos o tres veces a la semana es suficiente, sobre todo aquellos que sufren dermatitis atópica dado que el manto graso de la piel se altera con el baño y los síntomas pueden empeorar. Lo más aconsejable es luego de cada cambio de pañal limpiarle bien la colita y sus partes íntimas con una esponja, además de las manos.
Que no llore. La teoría que sostiene que hay que dejar llorar a los niños porque si no se malacostumbran no tiene fundamento. Cuando un recién nacido llora hay que tomarlo en brazos en seguida, consolarlo e intentar averiguar qué necesita: comer, cambiarle el pañal o arroparlo.
Que nadie lo toque. El miedo a que un familiar o amigo enfermo contagie al niño si lo besa o toma en brazos es muy común en todas las madres. Sin embargo, es de sentido común saber que si una persona está enferma no irá de visita, por lo cual no hay de qué preocuparse.
Cambiarle de pecho antes que termine. Aunque pocas madres lo sepan, la leche del final es la que más alimenta y sacia porque posee más grasa que la del principio. Por ende, sólo cuando el bebé termina se le cambia de pecho para mamar.
Raparle la cabeza para que el pelo le crezca más fuerte. Los dermatólogos no recomiendan hacerlo, primero porque no es cierto y segundo porque si el bebé es muy pequeño es posible que, al desaparecer el pelo, pierda calor corporal por la cabecita. l La abuela sabe todo. Los tiempos cambian y lo que ace 30 años era ideal para los bebés, hoy ya no se recomienda. Por lo tanto, la única persona especializada -y actualizada- es el pediatra y quien más conocimientos tiene sobre lo que es adecuado o no para el bebé.
Hacerse la fuerte. Afrontar un parto e inmediatamente después ocuparse del cuidado del bebé demanda un enorme esfuerzo físico, mental y emocional. Por ende, dado que la madre sufrirá bajones de ánimo y falta de energía, no debe creer que puede con todo y deberá pedir ayuda.