Corte y costura con tecnológica
Antes de que se pudiera pensar en la idea de un mundo tecnológico el proceso empleado para la costura y el diseño de vestuario era manual, un arte milenario con más 20 000 años de antigüedad, las primeras agujas de coser fueron hechas de hueso o cuernos de bestias y los primeros hilos tendones de animales. No fue hasta el siglo XIV en que se comenzaron a fabricar agujas de hierro y un siglo después las agujas con oquedad para poder ensartar el hilo. Se hacía necesario agilizar el tiempo de cosido, incluso existieron muchos intentos pero todas las ideas surgidas se basaban en replicar el método manual, resultando un fracaso, aunque muchas de ellas, sí que conllevaban un avance en el perfeccionamiento de la aguja como herramienta manual para la costura.
Comienza la Revolución Industrial, período caracterizado por un conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales, dentro de las que se encuentran el remplazo del trabajo manual por la industria y la manufactura. Dentro de esta situación la industria textil es una de las principales ramas que se abrió paso al desarrollo. Justamente en el año 1755 le es concedida al alemán Charles Weisenthal la patente británica n. º 701, para una aguja de coser mecánica, la cual debía pasar a través de la tela por un par de dedos mecánicos y comprendida por el otro lado por un segundo par. Este invento contaba con ciertas limitaciones como la brevedad de la longitud del hilo y con ello las frecuentes paradas para renovar el suministro. Al no haber conocimiento de alguna máquina que pudiera emplearla no pasa a la historia como el primer surgimiento de la máquina de coser. Luego en el año 1790 el inglés Thomas Saint patentó una máquina para coser piel y tela, que permitía formar una puntada en cadena con un único hilo. De este invento solo existe el prototipo, incluso en el año 1880 se trató de construir una, basadas en los dibujos de Saint, y no funcionaría sino fuera con modificaciones considerables.
Aún con la influencia de la Revolución industrial en 1829 el sastre francés Barthelemy Thimonnier, fabrica la primera máquina de coser que contaba con una aguja en forma de gancho que se movía hacia abajo mediante un pedal y volvía a su posición inicial mediante un muelle. Se palpaba por primera vez una maquinaria capaz de agilizar el proceso de cosido, incluso se llegó a implementar 80 de ellas en una empresa de confección de uniformes para el ejército francés, pero los sastres de París temían que el éxito de dichas maquinarias los dejara sin trabajo, así que una noche interrumpieron en la fábrica y destruyeron todos los ejemplares. Aun así Thimonnier, construyó una versión mejorada y la comercializó, pasando a la historia como el primer hombre que ofrece las máquinas para la venta.
Muchos otros intentos se llevaron a cabo, pero ninguno representaba un punto de avance, hasta que en 1834 el estadounidense Walter Hunt crea la primera máquina de puntada cerrada, teniendo como novedoso la implementación, al mismo tiempo, de una aguja con un ojo en la punta y una lanzadera oscilante. Al no patentarla en el momento de su invención por miedo a que podría llegar a destruir empleos, cuando más tarde se decide a realizar la petición fue desatendida por motivos de abandono. Por otro lado, el inventor Elias Howe trabajando de forma independiente desarrolló una máquina que contenía los mismos elementos básicos que la de Hunt y la patentó en 1846. Con tal mérito decidió organizar un concurso donde sus máquinas competirían contra los mejores sastres, para interesar a la industria del vestuario. A pesar de llevarse todos los aplausos por haber ganado, la sociedad estadounidense no estaba preparada para mecanizar la costura. El año 1889 constituye un paso trascendental en la evolución de la máquina de coser, debido a que Isaac Merritt Singer presenta ante el mundo la primera máquina de coser eléctrica. Desde esta aparición, existieron muy pocas transformaciones en lo que concierne al funcionamiento de la maquinaria y cada uno de los elementos que la integran, lo que variaba y casi imperceptible era la estética, los materiales y técnicas de fabricación.
A medida que avanza la tecnología, las opciones funcionales de la maquinaria para coser aumentan, en la actualidad contamos con maquinarias mucho más complejas de lo que eran antes y por ende con más funciones; son capaces de coser sobre superficies blandas, rústicas, finas y gruesas, por ello la costura a mano ha quedado relegada a la “alta costura” para bordados y costuras invisibles. Un ejemplo de ello es la Brother Innov Is 55, producida por la marca Brother International Corporation en los Estados Unidos, su diseño consiste en una máquina electrónica de brazo libre, con 10 tipos de ojal automático en un solo tiempo, presenta 152 diseños ajustables en anchura y longitud, alfabeto para composición de textos, 3 menús principales para acceder directamente al diseño lo más rápidamente posible, doble altura de prénsatelas para trabajar tejidos muy gruesos y un canillero horizontal que permite controlar el consumo de hilo visualmente.
La sociedad de hoy en día, está familiarizada con los cambios repentinos de la tecnología y lo persigue, por ende los fabricantes de máquinas no escatiman en su esfuerzo por atraer a la próxima generación de modistas, equipando sus maquinarias con puertos USB que permiten transferir determinada información, pantallas táctiles de alta definición para configurar las diferentes opciones funcionales, entre otras tecnologías de punta.