El crimen organizado y el dogma neoliberal
El crimen organizado parece haberse acogido con entusiasmo al dogma neoliberal que rige los destinos de la economía. Los grupos se han adaptado mejor que nadie a esta situación, de la que salen reforzadas socialmente. Los actuales paraísos fiscales, las cuentas corrientes secretas, el continuo flujo de capitales (a menudo sin control), la venta de las empresas públicas y la despatrimonialización de los Estados, todo esto son instrumentos que alimentan la economía criminal global de un modo inparable, que, según las más recientes estimaciones, supone entre el 2 y el 5% de la economía mundial, con el impacto que ello tiene en los mercados legales.
En cuanto a las relaciones con los poderosos, no se trata de meras fantasías literarias o cinematográficas. La relación existente entre la política y el crimen organizado es más que una sospecha. Basta con observar la historia reciente de países como Rusia, Italia, Colombia o México, por nombrar sólo cuatro casos indiscutibles, para advertir cómo los sindicatos delictivos precisan de los “amigos” en las altas esferas para prosperar. Y esta relación supone transitar por un camino de ida y vuelta, de ayuda mutua, de favores que unos les hacen a los otros pero que al cabo han de ser devueltos de una forma o de otra. Si además reparamos en el hecho de que el mundo de la criminalidad cuenta con la ventaja de poder operar sin límites de fronteras, mientras que las fuerzas de seguridad, salvo contadas excepciones, desarrollan sus operaciones dentro de un determinado territorio, comprenderemos que en tantos casos sus delitos queden impunes.
La Convención de las Naciones Unidas sobre Delincuencia Organizada Transnacional en su definición sobre ¨grupo delictivo organizado¨, no incluye a los grupos que no pretendan obtener algún beneficio económico u otro beneficio de orden material. Esta definición no abarcaría algunos grupos terroristas o grupos insurgentes, siempre que sus objetivos fueran exclusivamente de orden no material. La referencia al ¨ beneficio económico u otro beneficio de orden material¨ tenía por objeto excluir a los grupos con motivos exclusivamente políticos o sociales, el ¨ término de orden material ¨ no se limita a los beneficios económicos, monetarios o equivalentes. Su interpretación debe de hacerse de forma amplia a fin de incluir beneficios personales tales como la gratificación sexual. Con ello se pretende asegurar que las organizaciones de trata de seres humanos o de pornografía infantil por razones sexuales y no monetarias no queden excluidas.
El importante criminólogo A. K. Cohen en su trabajo “El concepto de la Organización Criminal” explica “que hay crimen organizado cuando se ponen en acción estructuras y modalidades articuladas, diversificadas, capaces de dar respuesta dada su condición de ilegalidad”, reseñando a continuación algunos aspectos fundamentales que la caracterizan:
Control sobre la información, que debe estar centralizada en este tipo de organización. Visibilidad. Muchas de las actividades propias del crimen organizado, como el juego y la prostitución, necesitan darse a conocer a sus potenciales clientes, pero al mismo tiempo sus actividades son ilegales, por lo cual tienen que lograr cierto balance entre secreto y publicidad. Neutralizar la intervención de la ley. Tratar de desestimular la cooperación entre víctimas y policías. Amenazas de represalias. Utilizar intermediarios que puedan neutralizar a las autoridades. Finalmente conciliar el orden en su propio interior, a través de formas de solución de conflictos, con la legitimidad a su exterior, a través de la erogación de oportunidades sociales y ocupacionales.
En su trabajo Cohen termina diciendo que la organización criminal incluye una variedad de actividades y de estructuras que abarca todas las actividades sociales y todo el comportamiento criminal, diferente al resto de las otras actividades criminales.
Para Zaffaroni en su trabajo titulado ¨ El Crimen Organizado Una Categorización Frustrada de 1995, expresa que el crimen organizado constituye una denominación que se aplica a un número incierto de fenómenos delictivos, por diferentes especialistas, lo cual crea confusión y hace que las particularidades que se pretenden analizar continúan diseminadas. Éste autor sin embargo entiende, que este concepto le son inherentes dos caracteres la estructura empresarial y particularmente el mercado ilícito, con lo cual estamos de acuerdo, por tanto no se trata de cualquier pluralidad de agentes ni cualquier asociación ilícita, sino a un fenómeno distinto, que es inconcebible en el mundo pre capitalista, donde no habían empresa ni mercados en la forma que lo conocemos hoy. Coincidimos también con Zaffaroni que esta referencia al mercado ilícito es saludable ya que deja fuera el terrorismo y otras modalidades delictivas.