La seguridad escasea en Uruguay
El Ministerio del Interior divulgó esta semana algunos de los datos primarios de la Encuesta Nacional de Victimización 2017, hecha en conjunto con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), con la que busca generar información sobre la opinión de la sociedad uruguaya en relación a la seguridad pública, un elemento que se considera eslabón esencial en cualquier país.
El caso es que las estadísticas no solo sorprenden, sino que ponen de relieve un fenómeno que está presente cada vez con mayor fuerza en todas las latitudes del planeta, pero que en el caso de la región de América Latina y el Caribe cobra vital trascendencoa, por ser catalogado como uno de los problemas cruciales no solo de las agendas políticas, sino de las agendas públicas de opinión de los distintos pueblos del continente.
Según los datos ofrecidos por el INE, la inseguridad aparece como el tema que más le preocupa a la sociedad (21,6 %), seguido por la educación (17,5) y desempleo (15), variables que dicho sea de paso están muy relacionadas, pues a menor índice de escolaridad y menos ofertas laborales, mayores suelen ser los índices de violencia.
En ese sentido, el 52 % de los encuestados afirmó que Uruguay es un país inseguro, contra el 48 % que lo consideró un país seguro. Para el 45 % de los encuestados la seguridad es un problema que seguirá deteriorándose y para el 25 % la situación mejorará.
La mayoría de los uruguayos se sienten seguros estando en su hogar, en su lugar del trabajo y en lugares como el shopping, taxis o un servicio de Uber o similar. Resultó ser la calle, los parques o plazas de la ciudad así como los cajeros automáticos callejeros, los lugares en los que los uruguayos se sienten más inseguros, lo cual coincide con otros estudios realizados en otras naciones
Ante la sensación de inseguridad es razonable que las personas modifiquen sus comportamientos, dice la publicación y detalla cosas como que el 42 % de los encuestados dejaron de transitar por algunas zonas de la ciudad y como que el 45 % dejó de llevar efectivo.
Y aún cuando estas medidas podrían parecer supuestas soluciones, no son más que edulcoramientos a una realidad que ya es evidente tocó la puerta de Uruguay, la segunda nación con más índice de personas de la Tercera Edad en la región, después de Cuba, lo cual es un agravante a esta situación de inseguridad, pues se trata de una población más vulnerable.