Una enfermedad importada del Uruguay
«No dramatizo cuando les digo que el suelo se movía. Los conejos eran tantos que si andabas por el campo sentías que el prado estaba andando», así recordó el granjero australiano Bill McDonald la invasión de estos mamíferos que afectó la mayoría de las zonas rurales de Australia a mediados del pasado siglo.
Llegaron a existir miles de millones de conejos, los cuales ocasionaron una enorme devastación al ingerir todo el pasto, incluidas las raíces, algo que afectó seriamente al ganado y a la agricultura. De hecho, las autoridades australianas solo consiguieron revertir esta crisis con la ayuda de un virus del Uruguay, el cual resultó una pieza clave para la batalla biológica que se vieron forzados a librar contra los pequeños animales de grandes orejas.
Pero, ¿cómo comenzó esta curiosa plaga? Pues, como suele suceder: sin querer. Los conejos entraron en Australia desde el Viejo Continente a mediados del siglo XIX. Los trasladaron a la isla por deporte, para la caza, pero no transcurrió mucho tiempo antes de que las presa pasase de víctima a verdugo.
Y es que los conejos, en el territorio australiano, se convirtieron en un fatal ejemplo de lo que puede pasar cuando una especie extranjera se introduce en un nuevo hábitat. Respecto a esto, un programa televisivo entrevistó a Bill McDonald, quien se ocupaba de la granja de su familia en esa época donde los conejos eran un problema en casi todas las áreas rurales del país rodeado de mar. «La mayoría de los agricultoras los cazaba. Se construyeron también cientos de km de cercas, pero los animales siempre conseguían atravesarlas», contó McDonald.
Pero la situación empeoró a fines de la década de 1930 cuando con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, etapa en la que la mayoría de los hombres debió ir a luchar. Entonces no había quien se ocupase de las tierras, excepto las mujeres e incluso los niños. «En medio de la guerra el control de conejos casi no existía porque no habían personas para ello, así que los primeros vivían con total libertad», relató Bill, que tenía diez años cuando tuvo que hacerse cargo de la granja junto a su madre.
Así las tierras quedaron arrasadas. Los conejos se tragaron TODO el follaje, las raíces y tubérculos, dejando el suelo devastado y por lo tanto desprotegido de la erosión. Algunos aseguran inclusive que estos mamíferos, en aquella etapa, eran la amenaza más grande en la historia de la agricultura australiana.
Por ello, el gobierno aprobó una forma de guerra biológica que consistió en la utilización de una enfermedad procedente de Sudamérica, la cual afectaba, únicamente, a las poblaciones de conejos. Se trató de la mixomastosis, un mal infeccioso ocasionado por un virus, el denominado myxoma, que era transmitido por los mosquitos. La mixomastosis apareció en Uruguay a finales del siglo XIX en conejos importados, pero después el virus se expandió a poblaciones silvestres de esa nación.